Para reflexionar

buena suerte mala suerte

Estos días se ha parado todo el mundo, no voy a reflexionar sobre el por que, sino que aprovecho la situación para reflexionar sobre la situación. He rescatado un dibujo a grafito de hace ya algún tiempo (15/11/1993) que ilustra un cuento milenario para pensar. Me he tomado la libertad de hacer un audio, cosa que hace tiempo que me apetecía y el ritmo frenético del día a día no me lo permitía.

¿Buena suerte? ¿mala suerte?
boceto caballo grafito 15 11 1993

Cuenta la leyenda que había una vez un granjero que tenía un viejo caballo para cultivar sus campos. La gente, al verlo montado sobre él, le decía:

-¡Qué buena suerte tienes por tener un caballo y qué mala suerte tenemos nosotros por no tenerlo!

Un día el caballo escapó del corral hasta la llanura. Cuando los vecinos se acercaron para condolerse por su mala suerte y lamentar su desgracia, el granjero replicó:

-¿Mala suerte? ¿Buena suerte? ¿Quién sabe? Yo no sé.

Los vecinos se alejaron sin entender lo que quiso decir.

Pasada una semana, el caballo regresó hambriento de las llanuras trayendo consigo cuatro caballos salvajes que se metieron al corral del granjero. Claro está que los vecinos fueron a felicitarlo.

-Nos equivocamos la vez pasada. En realidad qué buena suerte que se haya ido y mejor suerte que haya regresado el caballo acompañado por cuatro más.

El granjero respondió de nuevo:

-¿Buena suerte? ¿Mala suerte? ¿Quién sabe? Yo no sé.

Pero los vecinos seguían sin entender. En el transcurso de esa semana, el hijo del granjero intentó domesticar a uno de los caballos salvajes, éste lo aventó al aire y al caer se rompió ambas piernas. Claro está que todo el pueblo consideró el hecho como una desgracia. Sin embargo, el granjero dijo una vez más:

-¿Buena suerte? ¿Mala suerte? ¿Quién sabe? Yo no sé.

Unos días más tarde llegó el ejercito a reclutar a todos los jóvenes, porque el país se había declarado en guerra. Al ver al hijo del granjero con las piernas rotas, no lo llamaron.

-Perdónanos –dijeron los vecinos-, bendito el caballo salvaje que le rompió las piernas a tu hijo. Felicitaciones por la buena suerte de las dos piernas rotas.

El granjero expresó lo mismo:

-¿Buena suerte? ¿Mala suerte? ¿Quién sabe? Yo no sé, sólo puedo decir que tuve un caballo, lo perdí; regresó con cuatro más y tuve cinco; mi hijo se rompió las piernas y no pudo ir a la guerra por esa razón, pero no sé si es buena o mala suerte, sólo sé que así sucedió en mi vida.

Los vecinos se quedaron igual, sin entender absolutamente nada.

-La vida es movimiento –dijo la voz- y hay que amarla tal como es. Las decisiones, los fracasos, los éxitos, los amigos o los temidos enemigos, no son ni buena, ni mala suerte. Lo único sensato es la respuesta personal a lo que acontece, a lo que llega y a lo que se va, es lo que importa, más que las circunstancias. Lo importante en el camino de cada quien es recorrerlo.

¡Que el mundo agradezca tu presencia! La buena y la mala suerte son ideas de la mente –concluyó la voz.